El Amor y el miedo son las dos emociones bases de la creación, aunque de las dos solo una es real.
El Amor es la base de la vida y de toda la creación.
Dios en este acto de Amor se extendió a Si Mismo en todo lo que es.
Es esa energía que hace que una flor crezca, que tus células se regeneren, es lo que hace latir a tu corazón…Es esa energía que crea mundos y sostiene a todo el universo en un equilibrio perfecto.
En cambio, el miedo es una creación del ego humano y por lo tanto, no es real porque no fue creado por Dios. Su base es la creencia en la separación de esa Fuente de Vida que todo lo sostiene y todo lo Es.
El Hijo de Dios, o sea Tu y yo, tiene todas las facultades creadoras de Su Padre, porque así Él lo dispuso y por lo tanto es Creador igual que Él.
Puede crear desde cualquiera de estas dos bases, desde la real el Amor o desde la ilusión el miedo.
Por Miles de años el Hijo ha vivido en la ilusión y ha estado dormido creando inconscientemente su realidad desde el miedo…Un miedo infundado, heredado y nunca cuestionado.
Estamos en una nueva Era, un cambio de paradigma en el cual el Hijo comienza a despertarse y empieza a darse cuenta de esta verdad.
El mundo del miedo no es real…y es hora de empezar a deshacerlo.
La manera de hacerlo es confiar en el amor, en esa Divinidad que está en cada uno de nosotros hablándonos permanentemente desde nuestro corazón y nos anima a ir hacia nuestros miedos, pues la manera de deshacerlo es enfrentándolo y al hacerlo nos damos cuenta que solo no era más que un estado de la mente.
Cada vez que escuchas a tu corazón, a Tu Divinidad y vas hacia ese miedo, estás reduciendo en ti y en el inconsciente colectivo el grado de intensidad de miedo.
Lo tendrás que hacer una y otra vez, con cada desafío que te ponga la vida hasta que el miedo desaparezca completamente.
Recuerda no estás separado de tu Divinidad y por lo tanto no estás solo en este camino, siempre serás asistido en todo lo que pidas. Pide y se te dará, busca y hallarás….
Confía y atrévete a ir más allá de ti mismo o de tus límites….
María Martha de Benito
Mensajes desde el Origen
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