Cuando puedo mirar a mi ego con el amor de Jesús a mi lado, estoy comenzando el proceso de cambiar mi decisión en la mente y volver al Espíritu Santo. Eso es el perdón.
El valor del mundo como un aula de clases es que me muestra lo que nunca supe que existía en mi mente.
Veo todo el horror a mi alrededor y veo cómo lo hago real identificándome con el horror o sintiendo repulsión hacia él.
Me doy cuenta, al verlo fuera de mí —en tu cuerpo o en el mío— de que es una proyección de lo que está dentro de mí.
Una vez que sé que está dentro de mí, puedo mirarlo con Jesús a mi lado y no tengo que juzgarlo.
No tengo que cambiar mi ego.
No tengo que luchar contra él.
No tengo que sentirme culpable por él.
Simplemente tengo que mirarlo sin juzgar.
Mirar al ego un instante sin juzgar es lo que el libro Un Curso de Milagros llama el instante Santo.
En el instante Santo me estoy integrando con el Espíritu Santo o con Jesús.
Es un error considerar que el papel de Jesús o el Espíritu Santo es solucionar los problemas en el mundo porque si ese fuera Su papel reforzaría más el error de nuestras mentes y serían tan dementes como nosotros.
Hemos inventado problemas en el mundo porque nuestras mentes creen que es posible y no importa el tipo de problema que hayamos creado, ya sea si estemos hablando de no encontrar un espacio para estacionar el auto o de tener una enfermermedad terminal..
Poniendo atención a estos problemas estamos distrayendonos del origen de los mismos que está en nuestras mentes cuando elegimos pensar en la opción equivocada, es decir, cuando elegimos escuchar la voz del ego, del miedo, de la culpa, la separación, del error...
Si consideramos que Jesús está haciendo cosas en el mundo lo arrastramos a la ilusión, al error.
El Curso lo describe como traer la Verdad a la ilusión, en lugar de traer la ilusión a la Verdad (por ejemplo, T-17.I.5) .
Se nos pide que veamos que dar importancia al problema en el mundo es un desplazamiento que nos aparta del miedo a mirar el verdadero problema que esta originado en nuestras mentes.
El papel de Jesús es ser un lugar de amor y luz en nuestras mentes —que es realmente un lugar de perdón— a quien acudimos cuando estamos tentados de ver el problema o la solución fuera de nosotros.
Pedir ayuda a Jesús, en términos del Curso, significa realmente mirar nuestro propio especialismo con él, sin miedo ni culpa.
Al hacerlo cada vez más, comenzamos a aprender que el ego no tiene efecto alguno.
No importa lo terrible que pensemos que es nuestro ego, no se ha interpuesto entre nosotros y el Amor de Dios: «no se perdió ni una sola nota del himno celestial» (T-26.V.5:4). Es decir, la Verdad no se ha roto en absoluto.
De modo que el papel del Espíritu Santo es ayudarnos a mirar nuestros egos sin juzgar...
Y eso es el perdón.
Gracias Kenneth Wapnick.
María Martha de Benito